PROTECCIÓN
AL CONDUCTOR
Y LA EVOLUCIÓN
DEL VOLANTE
#EL VOLANTE ARAGONÉS Y EL VOLANTE EN GENERAL
Del simple aro de baquelita para girar la dirección del coche, al mando multifunción desde el que controlar casi todo en busca de la protección al conductor.
El Volante Aragonés, ahora Mutua Aragonesa El Volante Aragonés, ha vivido en los dos últimos años una notoria evolución para adaptarse a unos tiempos y a unos retos que exigen transformaciones inteligentes y decididas. Lo más visible son las instalaciones de la calle Doctor Cerrada, renovadas por completo. Pero lo más importante es lo que se cuece dentro de ellas: la gestión, el modo de gestión, lo que ofrece la mutua y cómo lo ofrece, el estilo. Mantenemos la función original, la protección al conductor, manteniendo el espíritu social del montepío de conductores, con respeto a la naturaleza de su constitución hace ya casi 100 años. Es lo que confiere a nuestra Mutua un carácter especial, humanista y solidario que no debemos perder, y que hemos sabido enmarcar en un contexto actual, progresista y de futuro.
Ha cambiado El Volante Aragonés y ha cambiado el volante general. La tradicional pieza, en forma de aro, con la que se dirige un coche. El ‘rosco’, vaya. Porque hasta hace bien poco el volante era eso: un simple rosco de baquelita, grande, duro y delgado, acaso con la función de claxon (el pito, con perdón), incluida mediante un pulsador hábilmente situado en el centro o en un aro de metal complementario al volante sin ninguna utilidad especial para la protección al conductor. Antes, en los inicios de la automoción, ni siquiera era un volante propiamente dicho. Era una sencilla palanca o una pequeña rueda dotada de pomo, cual manivela.

UN ‘NARDI’ EN UN ‘600’
El “Seat 600” de color blanco de mi juventud, con asientos símil piel de color rojo de mi corazón, el arco de baquelita gris era lo que llevaba en el puesto de mando del utilitario hasta que, en un ataque de tuneo (concepto desconocido entonces), lo cambié por un volante deportivo “Nardi” de madera barnizada y radios de metal con agujeros redondos. El “600” seguía siendo el “600”, pero aquel volante “Nardi” le proporcionaba un aire juvenil, veloz, arriesgado, irreverente. Luego, eso sí, el coche se ponía en marcha usando la llave del buzón de casa. Una vez perdí las llaves entre un mar de nieve y no las encontré nunca mais. Así que, cuando cambié de auto (ascendí a un “Mini 1000”), vendí el “600” con la llave de mi buzón para ponerlo en marcha. Más familiar, imposible. Era el tránsito de los años 60 a los 70.
Los años 70 vieron cómo se reducía ligeramente el tamaño del ‘rosco’, se iba añadiendo al volante el logotipo de la marca del coche y, en especial, prosperaban los volantes deportivos de fábrica en los nuevos modelos. Se comenzaba a sustituir la dureza del redondel con los primeros materiales sintéticos algo más blanditos, que no requirieran de guantes “de conducir” (aquellos sin dedos y de palma acolchada que mejoraban de manera sensible el agarre y la maniobra y aportaban mayor protección al conductor). A finales de los 70 algunos volantes incluyen el claxon en ambos extremos de los radios horizontales, a fin de pulsarlo mediante los dedos pulgares, ya sea de la mano derecha o de la izquierda (o de las dos a la vez si el conductor se ponía histérico). Quien recuerde el “Seat 124” o su versión más lujosa, el “Seat 1430”, sabrá de lo que hablo.
DIRECCIÓN ASISTIDA, AIRBAG y LA PROTECCIÓN AL CONDUCTOR
La incorporación del sistema de dirección asistida permitiría en los años 80 y 90 que los volantes se redujeran un poco más de diámetro, en beneficio de los conductores que así ganaban en comodidad y también en seguridad. Maniobrar se volvía más fácil. Ya no se hacían bíceps al aparcar. La suavidad del volante en cuanto a manejo, se complementaba con la suavidad en el propio tacto. Materiales similares al caucho, a la piel, a plásticos, restan dureza y riesgo en caso de accidente. Lo que el volante adelgaza en diámetro, lo gana en grosor. El aro engorda. Los radios también, hasta prestar mucho espacio central para la logomarca.
Aparece el airbag. Y la parte central del volante se adecúa para albergar en su interior el mecanismo de seguridad que hace que emerja del mismo una bolsa que se infla si se produce un golpe de determinada importancia. Está claro: los volantes pueden llevar otras cosas además del mando para que suene el claxon. Por ejemplo: pulsadores para subir o bajar el volumen de la radio, o seleccionar una emisora. Fueron de las primeras funciones en llevarse al volante.

EL FUTURO DEL VOLANTE
Todo es empezar. Se empieza añadiendo el pito o una bolsa que sale disparada para aumentar la protección al conductor frente a un impacto y se acaba trasladando al volante un amplio servicio de posibilidades: botoncitos para manejar el ordenador de a bordo, para hablar por teléfono, para el control de temperatura, para fijar una velocidad límite, asistente para aparcar o corregir de manera automática la trayectoria… La información la tienes en el cuadro de instrumentos, pero los pirindolos para moverte por ella están incorporados al volante. El “rosco” es ya el centro de mando de la nave rodadora. Cada vez es menos necesario quitar la mano del aro para toquitear las múltiples maravillas incorporadas a los autos de nueva generación.
¿Y qué deparará el futuro al volante? Pues algunas cosas empiezan a asomar. El ‘achatamiento’ de las formas, hasta convertirlo en algo parecido a los mandos de un avión. Algunos volantes actuales ya no son completamente redondos, sino que se empiezan a achatar por su parte inferior.
La tendencia va hacia una forma prácticamente rectangular, aunque vaya usted a saber a qué nos conducirá un más que probable coche inteligente y autónomo, que ni siquiera precise de persona humana que lo dirija. O sea: que ni siquiera llevará volante. Le marcarás el destino, y ya se apañará el auto él solico. El conductor o conductora podrá ir leyendo tranquilamente “50 sombras de Grey”, mientras el ingenio mecánico elige la ruta más adecuada y se conduce guiado por una fantástica red de comunicaciones de ultimísima tecnología. Adiós a aquello de “Adelante, hombre del 600, la carretera nacional es tuya”. El volante, como tal volante, solo será un recuerdo. Esperemos, sin embargo, que aún persista El Volante Aragonés, el nuestro, la Mutua Aragonesa. Para eso se ha estado preparando
•ÁNGEL PÉREZ GIMÉNEZ
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